Язык
+(34) 623-443-765 [email protected]

La Covid sigue siendo nuestro último y menos deseado inquilino, y como cada inquilino trae consigo cosas buenas, cosas malas y cosas inesperadas. Podemos estar de acuerdo de manera casi unánime con que la inmensa mayoría han sido malas, pero también ha habido cosas parcialmente positivas como el inicio de la regulación del teletrabajo, la relajación del ritmo de vida acelerado al que se nos había acostumbrado, etc. Sin embargo, hoy vengo a hablaros de una de esas cosas inesperadas que ha traído consigo este nuevo vecino; que pese a ser positiva tiene sus puntos negativos también puesto que no podemos olvidar que Barcelona es una ciudad que vive del turismo y que el mazazo a la economía ha sido muy grande.

Como lingüista debo, por otro lado, reseñar el cambio que esto ha traído consigo. Os pongo en situación:

Llega la Covid, hace estragos en la población mundial y como medida disuasoria se impone un confinamiento total y se cierran las fronteras de España; 14 de Marzo de 2020. Esta historia es muy conocida ya así que adelantaré a la fecha fin del confinamiento: 21 de junio del mismo año y la nueva normalidad.

Todas las personas que vivíamos en Barcelona comenzamos a salir a la calle, todo era raro, igual que antes pero con matices diferentes, reconfortante pero con ciertos recelos. Como digo, soy lingüista y eso significa que cuando empecé a salir a la calle fui analizando cualquier influencia externa que recibía. El primer día de mi desconfinamiento me senté en un bar en pleno centro de la ciudad. Antes de la pandemia siempre había estado lleno, ni me planteaba ir allí, pero en la nueva normalidad estaba casi vacío y me senté con unos amigos. Aquí vino mi primera experiencia con esta realidad: en la mesa de al lado había dos personas hablando en catalán, en la otra había un grupo de amigos que también hablaban en catalán y en español, al igual que en la mesa de más allá. Sí, no era inglés, francés, ruso, o cualquier otro idioma. Llevo tres años viviendo en Barcelona y no escuchas español ni catalán; de hecho, a FreeDa llegan muchas personas que llevan años en Barcelona, pero no saben decir ni “hola” en español. Es un hecho que esta ciudad habla inglés como lengua cooficial. Entonces llegó la Covid y borró cualquier idioma, que no fuese de la península, del mapa. Los días fueron pasando y volvía a escuchar conversaciones por la calle que reconocía como propias. Lo comenté con amigos y lo hablé con gente de Cataluña (pues el reverso de la trama es que yo tampoco soy de aquí, cada vez menos gente es de aquí) y se había dado cuenta de lo mismo, paseaban por las Ramblas, iban al Park Güell y empezaban a dominar el espacio lingüístico de nuevo.

Cuando hablo de cosas inesperadas creo que la más inesperada para las personas que vivimos aquí fue tener toda la ciudad a nuestra disposición. Por supuesto hay debates muy interesantes sobre por qué Barcelona llegó a ese punto y puntos en contra o a favor de la apertura turística de la ciudad, que son realmente interesante pero que quizá deban hacerse otro día. Hoy solo queremos hablar sobre lo inesperado del hecho y del futuro de esta situación, las puertas que abre o cierra y de esta nueva normalidad y su relación con las lenguas del mundo.

Es cierto que esta situación parece tener una fecha límite, las vacunas están a la vuelta de la esquina y parece que volveremos a tener el ritmo y la forma de vida preCovid. Sin embargo, está claro que el inglés ha dejado de estar presente en la mayoría de países durante meses. Los países de habla no inglesa hemos vuelto a escuchar nuestras lenguas en las ciudades más turísticas y estas han vuelto a ser ciudades simplemente. Todo volverá a ser como antes, pero es innegable que no igual. La Covid ha sido lo suficientemente importante para marcar la vida de las personas y su forma de relacionarse para siempre. Aun así me pregunto si volveremos a utilizar catalán y español cuando todo esto acabe o seguirá llegando gente que quiere empezar a estudiar español después de llevar años viviendo aquí. Está claro que se abre una oportunidad para los idiomas de la península y que quizá ahora haya más gente que quiera o necesite hablar español y catalán en una ciudad tan multicultural como lo es Barcelona. La gente ya no viajará tanto y quizá los negocios de las ciudades no tengan que volver a aprender a hablar varios idiomas para atender a su clientela, y la gente extranjera que ya vive aquí quizá note que es el momento de dar el paso y animarse a aprender. Quizá la necesidad apremie.

Mientras tanto yo seguiré pendiente de los cambios, aunque una cosa está clara: el catalán y el español han vuelto para quedarse.

Iván Capilla Bertos